Brooklyn...
Ahogarse a la vista de todos es aterrador.
Pero más que nada es solitario. Y a veces soportar el peso de estar solo es peor que nada.
Lo único que me ayudó a sobrellevar la situación fue cortarme.
Hundir una navaja en mi brazo una y otra vez empujaba el aire a mis pulmones aunque a la larga me doliera. Era la única forma de respirar.
Hasta que lo encontré.
Se suponía que nunca sería mío y que mi mente enferma no debía mirarlo como lo hacía.
Como si él colgara la luna y las estrellas.
Pero él me hizo flotar
Y flotar se sentía mucho mejor que ahogarse.
Nunca quise alejarme de su lado una vez que me di cuenta de que él era la razón por la que finalmente podía volver a respirar.
Sabía que el mundo intentaría separarnos.
Sabía que los demonios dentro de mí tratarían de sabotear nuestro amor en cada esquina...
Sabía que nuestras mentes estaban deformadas por querer estar juntos...
Éramos viles.
Inmorales.
El pecado personificado.
Pero estaba dispuesta a matar a todos los demonios y a curar todos los cortes si eso significaba que podía estar con él.
Advertencia: hay escenas de autolesión e intento de suicidio.
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